sábado, 13 de septiembre de 2014

Pongamos que hablo de Madrid (PARTE I)

Nueve horas y una larga siesta mas tarde ya sobrevolábamos Barajas y en menos de cinco minutos estábamos todos parados en el avión en el  mismo lugar empujando para entrar en el pasillo de 50 cm, sin poder movernos, intentando sacar cada uno su valija de los compartimentos superiores, una tarea imposible, pero aún así todos lo intentábamos a fuerza de disculpas y codazos. Solo por unos segundos me detuve a mirar a las muy pocas personas que permanecían en sus asientos como si el vuelo todavía continuara y pensé que hacían lo lógico y estaban observando a la masa humana moviéndose sin sentido, sobre todo porque hasta que las puertas no se abran nadie va a poder moverse un milímetro mas, de todas manderas seguimos haciendo lo mismo, un escenario caótico similar a cuando los insectos se avalanchan sobre un trozo de comida para sacar su tajada.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Ultima llamada de embarque, último despiste en Argentina

Tres horas después del abrazo despedida con los chicos, del llamado de Felíz Cumpleaños a mi mamá con la culpa que me asoma desde el día que saque el pasaje por ser la única vez en mi vida que no estoy en su cumpleaños y ella exculpándome de todo y haciéndome sentir bien, feliz de que al fin haga mi viaje. Un lagrimón después y un sándwich horrible mas tarde, llegó el llamado para embarcar.

Ezeiza, el mundo a los pies de un avión

Ver las luces del aeropuerto ya me da cosquillas en la panza, el sonido de un avión que despega, el estruendo de turbinas que te vibra en el pecho ya me llena de adrenalina y porque no, de miedo también, porque viajar me encanta pero andar en avión no es una pasión que tenga, mas bien un medio para llegar a mi fin o mas bien a mi principio...
Una valija grande y una chica cada uno…no es lo mas cómodo pero con rueditas van bárbaro, hasta aquí problema valijas superado.

Preparativos finales, valijas en los pasillos


Es el día mas estresante y mas emocionante de un viaje de placer, EL día de partida, corridas, notitas, llamadas de despedida, lista de viaje, faltan cosas, se hace tarde, no comí nada!, donde lo metí!!..., mirar el reloj cada cinco minutos y sentir que paso una hora o mirar el reloj cada hora y sentir que pasaron cinco minutos y necesitamos 24 horas mas, así transcurre un día que parecen un montón.
Es normal autoayudarse diciendo que es mejor estar a las corridas, así estamos cansados en el viaje y podemos dormir las 9, 12, 14 horas de vuelo, pero lo cierto es que es poco probable que esta situación ocurra, por razones varias: los asientos (salvo que viajemos en primera…y no tengo idea lo que es eso), están tan pegados que podría decirse que viajan 400 siameses, los asientos se reclinan tanto como 5 grados y nunca pensaste que ibas a valorar tanto el coche cama a Mar del Plata, el espacio para los pies es casi tan grande como una cucha de caniche toy y esa es una de las pocas veces donde uno se siente bendecido de medir 1,50 mts y no 1,80 mts, ir al baño; un triatlón que consiste en aguantar hasta mas no poder, intentar levitar para poder llegar al pasillo sin despertar al compañero de asiento y cerrar la puerta del baño una vez dentro, otra vez agradecida de medir metro y medio y pesar 45 kg.