viernes, 12 de septiembre de 2014

Ezeiza, el mundo a los pies de un avión

Ver las luces del aeropuerto ya me da cosquillas en la panza, el sonido de un avión que despega, el estruendo de turbinas que te vibra en el pecho ya me llena de adrenalina y porque no, de miedo también, porque viajar me encanta pero andar en avión no es una pasión que tenga, mas bien un medio para llegar a mi fin o mas bien a mi principio...
Una valija grande y una chica cada uno…no es lo mas cómodo pero con rueditas van bárbaro, hasta aquí problema valijas superado.


Abrazos, despedidas, consejos de padre, pórtense bien...otro beso y entrada al hall, un submundo maravilloso el del aeropuerto y si llegas con tiempo te da la posibilidad de verlo como en las películas, pantallas con vuelos a toda hora a todas partes del mundo, ruido de valijas para acá y para allá, llamadas por alto parlante, gente que lee, gente que espera, gente que se despide, gente que habla por celular, niños que corren, niños que lloran, niños que duermen, gente que corre, gente que pregunta, gente que se enoja, carritos maleteros, envoltorio de valijas, oficina de informes,  gente que come, gente que se ríe, gente que se abraza, gente que…viaja, extranjeros y argentinos en una torre de babel de filas y valijas.
Hacer la fila, despachar las valijas grandes y ahora si…subir la escalera mecánica que oficia de línea divisoria entre los que se van y los que se quedan, brazos levantados con algún que otro lagrimón que se van viendo cada vez más abajo. Pasar aduana, "pip, pip, pip..." suena la alarma, empezar a “descencebollarse”, sacarse el saco, los zapatos, el reloj, la evillita minúscula de la cabeza, el arito perlita trucho…y así…hasta que deja de sonar…listo señora…pase…. Y ahí estamos…a un paso del free shop, lugar donde se mira, se mira, se mira…y en mi caso…no se compra, eso si….un par de gotas de perfumes me lleve puesta, no viajaré en primera pero huelo de maravilla.

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